martes, enero 16, 2007

Cartagena recupera parte de su historia enterrada


Al atravesar las calles del centro de Cartagena, con sus escaparates y Mc Donalds, muy pocos sienten bajo sus pies la vida que en esas calles bullía hace dos mil años. Camino de la calle Mayor uno puede pasar por el Tartesio, un café situado en la plaza Puertas de Murcia, mientras contempla unas termas romanas. Separados por el metacrilato y por dos mil años este rincón de la ciudad parece destinado al relax de unas termas o al placer de un buen café.


La promoción turística Cartagena Puerto de Culturas ha puesto mapas e identificación a cada una de estas joyas que se sitúan bajo la ciudad y que uno puede disfrutar paseando.

Los arreglos del casco viejo sacan a la luz restos sepultados por constructores desaprensivos que escaparon a los arqueólogos. Sin embargo otros muchos no pudieron, o no quisieron eludir su responsabilidad y decidieron levantar sus locales respetando los restos arqueológicos y facilitando su visita. Es el caso de la exposición fija de restos funerarios, situada en la Caja de Ahorros del Mediterráneo en la calle Mayor.

María Abad, encargada del área de visitas de la CAM, afirma, “Conseguimos un convenio del ayuntamiento que sólo nos subvencionó la mitad del coste por adecuar el banco a la visita de turistas pero hoy estamos contentos”.

Parece una sucursal cualquiera pero en su interior guarda algo más que los ahorros de algunos cartageneros. Dentro se encuentra un cementerio romano que cada día sorprende con nuevos hallazgos. Al bajar las escaleras se siente ese frío húmedo que hay en las casas que llevan mucho tiempo cerradas y sin luz. Un pasadizo metálico recorre la estancia y bajo él, a unos dos metros se encuentran las fosas. El techo se puede tocar con las manos. Alguno, con vocación de expresionista, ya ha aprovechado para dejar, utilizando un spray, su mensaje a la posteridad. En la pared hay un tablero que va desde el techo hasta el suelo. En él se indican las diferentes épocas a las que pertenece cada estrato de tierra y la civilización que hizo uso de ellas.


Bajo nosotros unas fosas donde –según los arqueólogos– se enterró a un grupo numeroso de niños que padecieron alguna terrible enfermedad. Las ruinas a veces encierran historias, y estas historias las convierten en tesoros. Este banco ha sabido aprovecharlo y ahora lo hacen también hosteleros y constructores. También es parte de su negocio y una buena forma de que la historia palpable sobreviva al hormigón.