martes, noviembre 25, 2008

"Los apócrifos fueron durante mucho tiempo una biblia paralela"


"La matriz judía del cristianismo está en la teología desarrollada por estos escritos apócrifos, un poco anteriores o coetáneos con Jesús"

La editorial Esquilo ha publicado recientemente una interesante propuesta para los interesados en los textos que no fueron incluidos en el libro sagrado del cristianismo: 'La Biblia rechazada por la Iglesia'. El autor es un consagrado especialista en cristianismo primitivo, el catedrático de Filosofía Griega de la Complutense, Antonio Piñero.

Piñero, de cuyo libro hablábamos recientemente en Bottup, es especialista en lengua y literatura del cristianismo primitivo', editor y traductor de textos antiguos. Le entrevistamos.

El catedrático Antonio Piñero (foto: David Reneses)


C. Núñez: ¿A qué cree que se debe que hasta 1970 los textos apócrifos no despertaran gran interés, ni siquiera entre los teólogos?

Antonio Piñero: Hasta ese momento no se comenzaron a editar plenamente, y a hacerse públicos a gran escala, los documentos del Mar Muerto -que aunque no son “apócrifos” en la plena acepción de la palabra pertenecen a ellos en el sentido de que expresan una teología similar dentro del judaísmo, que complementa y en algunos casos rectifica la del Antiguo Testamento- ni tampoco se conocían apenas los apócrifos gnósticos de la Biblioteca de Nag Hammadi. Estos dos nuevos grupos de textos ofrecían gran material para salir de la investigación, hasta cierto punto trillada, de los textos del cristianismo primitivo y explorar nuevos ámbitos.
"La imagen de Jesús ofrecida por los apócrifos era un territorio inexplorado para la curiosidad de las gentes"

Además, la teología liberal hasta el momento había insistido mucho en la influencia del helenismo y su espíritu en la comunidad cristiana primitiva. Se hablaba en la investigación teológica -sobre todo por influencia de la teología alemana- de que lo más nuevo en torno a la interpretación de Jesús por parte del grupo de seguidores de éste se había producido en la “comunidad helenística”, griega por tanto. Entonces, con el descubrimiento de nuevo material, sobre todo los Manuscritos del Mar Muerto, judío, hubo un movimiento de buscar para la teología cristiana otras raíces que no fueran sólo las influencias de la religiosidad griega. Esas raíces se encontraron sobre todo en los “Apócrifos del Antiguo Testamento” y en los textos de Qumrán. Ello suscitó el interés por los apócrifos en general.

Respecto a los apócrifos del Nuevo Testamento, fue entonces -probablemente por mimetismo- cuando se empezó a ver, en obras redactadas más bien con intención popular, que la imagen de Jesús ofrecida por los apócrifos era un territorio inexplorado para la curiosidad de las gentes. La aplicación del recién descubierto “Evangelio de Tomás", de Nag Hammadi, a la complección de los dichos de Jesús contenidos en los Evangelios oficiales sólo fue posible cuando se hizo público y visible este documento… y eso fue a partir de 1970. El interés por el “Evangelio de Tomás” gnóstico arrastró el interés hacia otros apócrifos.


C.N: La mayor parte de estos textos son anónimos. ¿Cuál era su objetivo?

A.P: Hay que decir en primer lugar que los cuatro evangelios aceptados por la Iglesia se difundieron también como anónimos. La tradición de que los escribieron Mateo, Marcos, Lucas y Juan es tardía, bien entrada en el siglo II, y es una tradición construida ex profeso para enlazar estas obras importantes, pero cuyo autor no era conocido, con los apóstoles, los más cercanos seguidores de Jesús. Por tanto, no es de extrañar que otros evangelios fueran también anónimos. ¿Qué pretendían sus autores? Expandir su punto de vista sobre Jesús, su visión de cómo era realmente la misión y figura del Maestro. Cada uno de los apócrifos -primero evangelios, luego también Hechos y cartas apócrifas de los apóstoles, o apocalipsis/revelaciones a algunos de ellos- eran como la bandera teológica de cada grupo cristiano. Eran el banderín de enganche para atraer gente, nuevos conversos, que se incorporaran al grupo que tenía tal o cual evangelio sobre todo.
Cada uno de los apócrifos era el banderín de enganche para atraer gente, nuevos conversos, que se incorporaran al grupo que tenía tal o cual evangelio sobre todo


C.N: Todo lo apócrifo está siempre rodeado de una aureola de misterio, de algo prohibido y sublime… Algo exagerado, ¿no cree?

A. P: Es natural. Es la atracción del “fruto prohibido”… Sin embargo, es exagerada en parte respecto a los apócrifos del Nuevo Testamento, puesto que para reconstruir la genuina imagen histórica de Jesús de Nazaret, estos apócrifos ayudan muy poco.-No es exagerada la aureola más que de misterio, de “importancia” en los Apócrifos del Antiguo Testamento, porque -en mi opinión y en la de otros- la matriz judía del cristianismo está en la teología desarrollada por estos escritos apócrifos, un poco anteriores o coetáneos con Jesús, que desarrollan aspectos de la teología del Antiguo Testamento poco evolucionados pero que interesaron a Jesús y sus seguidores, como las nociones de mesías, del reino de Dios, de la vida de ultratumba y sus premios y castigos, de los momentos finales del mundo, del Hijo del Hombre, etc. Por tanto, son importantísimos para estudiar el pensamiento de los cristianos primitivos. Jesús y sus seguidores bebieron de esas fuentes. En cuanto a los Apócrifos del Nuevo Testamento, son muy interesantes para caer en la cuenta de cómo era el cristianismo más primitivo, tan complejo y rico, y para entender luego, la historia del arte y la religiosidad popular, e incluso la liturgia y el dogma, influidos por los apócrifos.


C.N: Háblenos del proceso de documentación. Imagino que parte del camino ya lo recorrió en su obra Guía para entender el Nuevo Testamento (Editorial Trotta, Madrid 2006).

A. P: Realmente no, porque esta obra se concentra casi toda ella en el Nuevo Testamento, por tanto en obras canónicas. Mi interés por los Apócrifos proviene de tiempos de mi tesis doctoral, que hice en parte en Heidelberg, en los años 1970-1974, sobre “Las concepciones de la inspiración en el cristianismo primitivo”. Entonces tuve que estudiar los apócrifos del Antiguo Testamento como precedentes del cristianismo, y caí en la cuenta de la inmensa importancia de este grupo de escritos para entender la parte judía del cristianismo. Fue como una suerte de revelación.

Luego se me ocurrió que era necesario editarlos en español. Esto se hizo bajo la sombra de un profesor famoso entonces, Alejandro Díez Macho, catedrático de hebreo y arameo de la Universidad Complutense. Coincidieron los intereses, propusimos la edición a Editorial Cristiandad y a partir de 1982 se inició la publicación de esos apócrifos. Editamos cinco volúmenes hasta 1987. Luego murieron el editor, Miguel Sanmiguel y Alejandro Díez Macho y… la obra se paró por diversos problemas. Pero nunca se detuvo del todo. Los tomos finales VI y VII están entregados a la nueva Editorial Cristiandad e Madrid. Espero que a lo largo del 2009 vea la luz el importantísimo volumen VI dedicado a la apocalíptica. Luego saldrá el VII y último, con los índices.

Más tarde caí en la cuenta de la importancia de la Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi para ilustrar los orígenes gnósticos del cristianismo. Formé un grupo de traductores/investigadores y se publicó en Trotta: tres volúmenes que van por la 3ª edición con casi 50 tratados cristianos gnósticos, algunos importantes como los Evangelios de María y de Felipe, los únicos (muy mal) citados en El Código da Vinci.
Sin ellos no se entiende la historia del cristianismo, ni la religiosidad cristiana, ni el arte, la literatura popular religiosa, e incluso la liturgia y el dogma

Finalmente, con Gonzalo del Cerro, estoy publicando los Hechos apócrifos de los Apóstoles, en edición bilingüe (fundamentalmente griego/latín y traducción española con comentario) en la Editorial “Biblioteca de Autores Cristianos”, de Madrid. Han salido dos volúmenes con los cinco hechos apócrifos más antiguos e importantes (de Pedro, Pablo Juan, Andrés y Tomás). Estamos repasando el tercer volumen que se completa con los Hechos de Felipe, de Mateo y otros… Así que se trata de una labor de años, paralela a la tarea de investigar sobre el Nuevo Testamento como tal.


C.N: ¿Realmente estos textos llegaron a ser influyentes? Usted habla de una Biblia paralela…

A. P: Totalmente influyentes en el mundo cristiano. Los Apócrifos del Antiguo Testamento porque son -como dije antes- la verdadera matriz del cristianismo en su parte judía. Los apócrifos del Nuevo Testamento, tanto gnósticos como otros, porque han influido enormemente en la vida de la Iglesia. Sin ellos no se entiende la historia del cristianismo, ni la religiosidad cristiana, ni el arte, la literatura popular religiosa, e incluso la liturgia y el dogma, como antes dije. He hablado de “Biblia paralela” sin exageración ninguna. Los apócrifos del Antiguo Testamento circularon como obras inspiradas no tanto como la Ley o los Profetas, pero sí como “Escritos” inspirados entre los judíos y cristianos hasta el primer cuarto del siglo II y se consideraron casi de igual valor, por ejemplo que el Libro de Judit o de Tobías, etc. En el Nuevo Testamento se han contabilizado unas 178 alusiones a estas obras. Los apócrifos del Nuevo Testamento, sobre todo los evangelios y Hechos, circularon con profusión como “inspirados” para muchos grupos de cristianos hasta el siglo IV, cuando ya fueron siendo declarados heréticos los que los utilizaban. Pero fueron durante mucho tiempo una auténtica “Biblia paralela”.


C.N: Evidentemente ha dejado muchos textos apócrifos fuera de esta obra… ¿Se plantea una ampliación?

A. P: Efectivamente hay muchos más apócrifos que los reseñados en esta obra, que es meramente introductoria. Hemos pensado que como “despertadora” del interés era suficiente y que no debía cargarse de páginas, y aumentar el precio, etc. La ampliación siempre es posible y dependerá del Editor. En la pequeña bibliografía, que se recoge al final, se señalan las colecciones más amplias de apócrifos para quien esté interesado de momento en una ampliación.

C.N: Gracias.
Publicado en bottup.comJustificar a ambos lados

lunes, noviembre 24, 2008

La Biblia rechazada por la Iglesia


Antonio Piñero ha conformado en un sólo volumen lo más importante y relevante de los textos apócrifos del antiguo y nuevo testamento

Un auténtico estudio sociológico sobre la forma de captar la realidad de los judíos de la época
El saber, más que lugar, ocupa tiempo. Tiempo para investigar, para extraer datos, para analizar, para comparar y sacar conclusiones acertadas. La editorial Esquilo ha publicado una interesante propuesta para los interesados en los textos que no fueron incluidos en el libro sagrado del Cristianismo. Para esta ambiciosa tarea, contamos con el trabajo de un consagrado especialista en Cristianismo primitivo, el catedrático de Filosofía Griega de la Complutense, Antonio Piñero.

Se trata de un texto interesante y denso. Piñero ha conformado en un sólo volumen lo más importante y relevante de los textos apócrifos del antiguo y nuevo testamento. En la última década se ha disparado el interés por estos temas "dentro incluso de los ámbitos teológicos no se había empezado a prestar atención a estos escritos hasta 1970". Desde entonces y en los últimos años las conspiraciones vaticanas, la vida oculta del Jesús histórico y los secretos que esconden los textos apócrifos han despertado el interés de millones de personas en el mundo.

En La Biblia rechazada por la Iglesia el lector encuentra un profundo y detallado trabajo de investigación y análisis que se puede leer de la manera tradicional o por tramos, según lo que nos interese. Personalmente recomiendo los capítulos dedicados a los textos sobre la vida de Adán y Eva y el Evangelio de Judas que cierra el libro.

La mayor parte de los textos que Piñero desgrana y explica son anónimos. Se trata de un auténtico estudio sociológico sobre los problemas, las preocupaciones, y la forma de captar la realidad de los judíos de la época.

Publicado en Bottup.com