Faltan 30 minutos para el embarque y no hay nadie en la puerta de acceso al JKK 9610 a El Cairo. Los chicos de la ruta Quetzal están listos para volar hacia Lima. Felices, han accedido ya a su avión por la puerta adjunta a la de mi vuelo. Tres horas después de despegar nos sirven la cena. Aprendo algunas palabras en árabe, sal, carne y otras que ya no recuerdo. Para cuando terminamos la cena ya se atisba por la ventanilla del JKK 9610 la costa de Egipto.
viernes, junio 17, 2011
miércoles, junio 15, 2011
¿Qué fue de aquello de viajar en tren?...
Decepcionante. Es la primera palabra que me viene a la cabeza a la hora de contaros cómo he iniciado este viaje rumbo a Egipto. Ha sido en tren, rumbo a Madrid, en esta España radial en la que todo pasa por la capital. La irritante a voz automática de la locomotora nos ha mantenido en alerta permanente recordando cada una de las paradas. Mi compañero de viaje repasa las cualidades del sonido -a saber: tono, intensidad, timbre y duración, reza en los folios fotocopiados de mi compañero de viaje. A sus pies una mochila de la que no se separa. Incluso la acomoda sobre mi asiento cuando voy al coche restaurante en busca de un periódico.
- No se lo puede llevar-. Me advierte el camarero.
Cuando regreso a mi asiento, cabizbajo y cansado de escuchar la voz aguda y eléctrica que nos recuerda mi próxima parada, me ofrezco a colocar la mochila de mi compañero en el compartimento de equipajes. Él me aclara que no se fía de ponerla ahí que lleva el instrumento que utilizará en la banda en Madrid. Que prefiere sentir cerca la mochila, que le acompaña. Horas después la voz que nos ha torturado durante cuatro horas de incesante chachara anuncia: "Estación de Atocha, Madrid".
- No se lo puede llevar-. Me advierte el camarero.
Cuando regreso a mi asiento, cabizbajo y cansado de escuchar la voz aguda y eléctrica que nos recuerda mi próxima parada, me ofrezco a colocar la mochila de mi compañero en el compartimento de equipajes. Él me aclara que no se fía de ponerla ahí que lleva el instrumento que utilizará en la banda en Madrid. Que prefiere sentir cerca la mochila, que le acompaña. Horas después la voz que nos ha torturado durante cuatro horas de incesante chachara anuncia: "Estación de Atocha, Madrid".
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