jueves, diciembre 14, 2006

Éxito del UCAM Media Lab

Hoy he conocido gente interesante. José Luis Orihuela, de e-cuaderno, José Luis González, de Periodista digital, Pau Llop, de Nxtmdia, Fernando Morales, de Informativos Telecinco.com y Adriano Morán, de Jabalí digital. Todos ellos han dejado su experiencia en la Universidad Católica de Murcia en el Ucam Media Lab sobre comunicación, medios y sociedad.
La eclosión del periodismo 3.0, el papel de las bitácoras o blogs y la necesaria evolución de los medios tradicionales han sido las líneas seguidas por estos conferenciantes a la hora de enseñarnos, a los alumnos de periodismo, lo singular de sus experiencias en el mundo de la comunicación. Desde que José Manuel Noguera, creador de La Azotea, nos mostrara que existen espacios como éste que utilizo para comunicarme, a penas conocía la existencia de páginas personales, y desconocía por completo la existencia de los blogs. Desde el momento que comencé a escribir este espacio no he terminado de encontrar un estilo y la mayor parte de los conferenciantes que han participado en el Ucam Media Lab coinciden en que una bitácora debe ser especializada y además el bloger ha de disfrutar escribiéndola. Hasta ahora he tratado temas muy dispares en Los Alisios y creo que, a partir de ahora, me centraré en aquello que manejo con más soltura y con lo que -seguro- disfruto más. Espero vuestra opinión y colaboración.
Caricias y puñales


El mundo me ha venido dando la espalda –como a muchos otros soñadores- de modo que quizás ya nunca alcance a ver su rostro. Un rostro de seguro ajado por el goteo de los días.
Se suceden las lunas y las lágrimas se van secando. Hoy me ahoga la certeza de que lo único que puede aspirar a ser eterno es el ruido del mar sobre los cantos ya gastados. Un mar que contrasta con mi turbación. Sereno, humilde sobre el que se alzan en la lejanía dos enormes moles de hierro y humo.
En este rincón de piedras grandes, pulidas de tantas caricias, uno se siente abrazar por dos grandes lenguas de montaña que avanzan dejándose penetrar por un agua clara y tibia.
La luna, casi llena, presidió aquel instante.
Bendita aquella noche en que miraba desde su oscuro reino testigo fiel de mi destino. Maldita esta noche en que conmigo despierta mi pluma y mis miedos. Esos que creía a salvo bajo la misma llave oculta que me mantiene en estas cuatro paredes, preso por mi crueldad.
Aquel amanecer no fue triste.


- Mañana tomo un tren a San Sebastián. Dijo.
- A ningún lugar. Pensé.

Dejé resbalar mi mano por su espalda y ella acercó su rostro húmedo al mío. Y en el amor, en la traición, acerté en la boca del estómago que -humilde y sumiso- se abrió penetrado por la mortífera herramienta. A penas un último vistazo a quien le estaba dando muerte. Sin rencor, decepción, sorpresa quizás, pero no odio. Nerea cerró los ojos. Su cuerpo cedió poco a poco a una muerte segura. Allí quedó sobre aquellas rocas pulidas de tantas caricias.

domingo, diciembre 10, 2006

El último silencio de un reloj

Un reloj no puede marcar el paso del tiempo eternamente

No soporto el ruido que producen estas máquinas perversas. Lo que más me molesta no es el incesante click click de los relojes de toda la vida, lo peor es el silencio que marca cada segundo. Es terrible la incertidumbre que produce pensar que en cualquier momento se va a parar. Ese martilleo inhumano parece incansable pero es sólo una ilusión. Tampoco un corazón puede latir eternamente y vivir todos los segundos.

120 pulsaciones al minuto, 7200 pulsaciones a la hora, 173 mil pulsaciones al día....Y al final el reloj se rinde y el silencio que marca el último segundo se hace más y más largo hasta convertirse en un silencio, ese sí, eterno.