Paralizado por el gris metalEstudias, trabajas, pagas tus impuestos, pagas las multas -hasta las del aparcamiento- intentas ahorrar algo para adquirir algún capricho; para llevarla a cenar, para poder tomar una cerveza de vez en cuando, para pagar el alquiler.... Mientras haces todo esto, un desconocido se coloca un chaquetón blanco con capucha, una braga que le cubre el rostro y, por último, guarda en el bolsillo de sus vaqueros un puñal de 13 centímetros que en pocas horas apuntará directamente a tu estómago.
Es curioso como paraliza el gris metal cuando crees que dentro de poco formará parte de ti, que se convertirá en parte de tu sistema circulatorio o intestinal. La primera impresión es la que cuenta. Entonces te muestras sumiso, sólo quieres que acabe. Sin embargo, la mente funciona a una velocidad alarmante. En una milésima de segundo hay algo que te dice que no va en serio; que le faltan agallas para matarte por un teléfono móvil y un ordenador portátil, que sólo es un chaval; no parece yonki, que podrías evitar que se llevara lo poco que tienes.
Sus palabras son determinantes:
- Dámelo que te juro que te lo clavo.
Sus ojos sin embargo transmiten temor.
- No merece la pena, déjalo...